martes, 13 de octubre de 2009

La plaza de la foto

El título de este post es el de las palabras que Rodri Ocampo nos escribió para charlar con nuestras fotos. Con estas imágenes cerramos la serie de fotos de la plaza 25 de mayo, a continuación va el texto de Rodri.


La foto es factiblemente un acto detenido de vida. Ni se va, ni se queda, ni te miente, ni te habla, ni te quiere, ni se aleja, ni te mira, juega a que no existe, pero solo juega. Es una composición emotiva, encuadrada pa´ tu ojo, un recorte de la dinámica social que todos los días te pasa por arriba. Te trasciende, dicen los que saben. Ocupa el lado violento de tu ojo, supongamos que el izquierdo. Y hasta ahora, nadie me pidió características sobre la foto…

-No viste la foto?

-Qué foto?

Y en el barrio, al toque se largan a reír. Es que el barrio es tan libre. No pide permiso para nada, se entromete entre los muros, camina por los tendales, fuma bajo los árboles, expulsa posibilidades. Tan lleno de gente como nosotros. Como nosotros me suena a demagogia, pero es eso. Gente que labura, estudia, milita, toma mate, escucha chamamé y cumbia, rockea, chusméa, sin dudas que chusméa a cada rato, porque chusmear es guardar imagen del otro. Como sacar fotos. Aunque el otro no te de permiso, vos chusmeás a colores, o en blanco y negro. Mientras se acomoda en la silleta, pasa la vecina con el pelo rubio. Morocha, y con el pelo rubio. Entonces se le saca una foto. Angaú. Uno ya chusméa, deja una imagen en su cabeza y después se lo dice al vecino de enfrente. La fulana esto y el mengano lo otro. Hay vecinos que se pasan la tarde pasando fotos. También hay garcas, pero de los garcas que se ocupe TN. A los garcas es más fácil sacarle fotos. Te tiran letra, te sentás en la silleta y ves todo. El auto que cambia por semana, la pendeja que trae a la noche, como la caga a palo a la mujer. Es cuestión de esperar.

Es peligroso enamorarse de una foto. Las fotos se pierden, o te las roba tu novio, o te las pierde tu vieja, o la quemás de borracho. No es recomendable, seguro que no. Mucho menos, si en la foto hay un hermoso pibito pidiendo pan. Te enamorás de esa foto, y no sabés para dónde correr. Todas las plazas te quedan chicas. Aunque el pibito sea feo, no es ese el tema. Cada día se torna más insoportable ver a un pibe pidiendo pan. Hay distintas formas de despertarse, la foto es muchas formas de despertarse, a la vez. Arruina el día, te carcome la panza, te anuda el cuello, te adormece la mano, te hincha las pelotas, te abandona en navidad. Es triste, y a quién le importa. La foto también es un acto de conciencia. Está ahí, habla solita.

Con que fiereza guardo, las fotos de mi secundaria. A los 13, o por ahí, tan llenos de granos, boludeando por las plazas, fumando y comiendo chicle, inseparablemente. En el póker, o en el ciber, porque en la escuela no me saqué muchas fotos. Capaz algunas, con los profesores de las materias que gustaban. Historia, Cívica, Lengua y Educación Física. Listo. Sería tan mágico volver para atrás, y es a través de las fotos como vuelvo. Vuelvo a la plaza.

Ahora hablemos todos. Hay fotos firmes, movidas, raspadas, empolvadas, maltratadas, escondidas, nostálgicas, violentas, alegres, risueñas, oscuras, claras. Qué catálogo. Fotos que hacen bien, y otras que mejor ni ver. La del abuelo, la de la ex, del amigo que te cagó, de cuando eras católico, de tu tío peronista en el 72, de glorias pasadas, de cómo era tu plaza.

-Digan güisqui. Señora, tenga bien a la nena. Ahí está, ahora sí. Güisqui.

Pensándolo bien, sólo se puede fotografiar a la materia. A lo que se puede tocar. Una mesa, una silla, el banco de una plaza, los changos jugando, el pan que no tienen los changos, otra mesa, dos caballos, el San Martín de la plaza. A la dignidad no se la puede ver, nadie tiene una foto de la dignidad. Seguramente alguna de los viejos, con el primer auto, o con la vivienda propia. Pero la dignidad se esconde atrás de los viejos. No se la puede ver. En la plaza menos.

Los días tampoco se pueden fotografiar. Qué lindo sería rescatar lo gris del domingo. Dejarlo en un marquito, cerca del aparador de la cocina. Pero más lindo sería la dignidad de los pibitos, una foto donde todos coman, donde el hambre no desmaye.

Reitero. Acomoden a los pibes, todos sentados en la plaza, comiendo. Digan güisqui. Mejor digan basta.

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